GARCÍA GUERRERO, José. Bibliotecas escolares con futuro. Madrid: Fundación Germán Sánchez Ruipérez. 2015. ISBN: 978-84-86168-98-8
RESEÑA
García Guerrero considera que es necesario modificar y ampliar el nombre de este recurso como se hizo en su momento en otros países (CRA en Chile, CRE en Portugal, BCD y CDI en Francia, etcétera), y por eso cree que tal vez sea más adecuado «denominar a las bibliotecas escolares los CREA de la institución educativa, es decir el Centro de Recursos para la Enseñanza y el Aprendizaje, o las BECREA de la escuela o el instituto, es decir, la Biblioteca Escolar, Centro de Recursos para la Enseñanza y el Aprendizaje.
Una situación delicada
En 2014 el Estado español no dispone de un sistema bibliotecario escolar articulado. Esta es la realidad, a pesar de intentos ministeriales de impulso de las bibliotecas a través de dotaciones, programas, incentivos, premios, estudios, materiales, portales, formación, etcétera, abordados principalmente durante el período 2005/2010.
Mientras países como Portugal prácticamente han armado este sistema ininterrumpidamente y con elementos de sostenibilidad desde el año 1996 en una tupida “Rede de bibliotecas escolares” y Chile cumple veinte años de desarrollo de su red de Bibliotecas CRA, en España cada Comunidad Autónoma ha pergeñado como ha querido y podido su ecosistema bibliotecario escolar, sin articular un modelo claro y en un estado carencial según la comunidad o región que analicemos.
La norma estatal española impele a todas las administraciones educativas a que sus centros de enseñanza dispongan de una biblioteca escolar garantizando sus dotaciones y atribuyéndoles funciones específicas. La estructura político-administrativa del Estado con competencias legisladoras no ha coadyuvado al desarrollo del sistema bibliotecario escolar. La débil situación de las bibliotecas escolares en España pone de manifiesto lo que acontece y ha acontecido también en otros sectores y ámbitos: el incumplimiento clamoroso de lo que en este país se legisla. Sólo algunas comunidades han iniciado procesos tímidos de generación de redes de bibliotecas de centros educativos (Extremadura, Galicia, Andalucía…) pero sin garantías de sostenibilidad, continuidad y con olvido de elementos nucleares (gabinetes de apoyo, acreditación del responsable de la biblioteca, etcétera).
La llama por el uso de las bibliotecas en los centros se mantiene viva en muchos lugares. En todo el territorio insular y peninsular encontramos bibliotecas escolares activas trabajando con escasos apoyos y coberturas, regentadas por profesionales con mucha ilusión, escasa formación, vehemente determinación y excelente desempeño. A pesar de lo dicho, las bibliotecas escolares tienen futuro. Las bibliotecas de institutos y escuelas son entornos de enseñanza y aprendizaje relevantes que pueden liderar programas e intervenciones para mejorar y aportar valor añadido al quehacer de la organización escolar y de la institución educativa en una sociedad red compleja. De esto trata este texto. Y de estas bibliotecas con futuro voy a escribir a continuación no sin antes plantear algunas consideraciones.
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