VIVENCIAS Y EXPERIENCIAS PERSONALES

Hay quien vive apasionado por el deporte, por los viajes o por el bricolaje. Son actividades que a mí me han enganchado desde muy joven, con las que sigo disfrutando y mucho. Pero tengo que reconocer que mi pasión ha estado en la escuela y en la biblioteca. De tal modo que mucho del tiempo libre, ese tiempo no reglamentado por el trabajo y que dedicamos a lo que nadie nos obliga, lo he dedicado a hacer propuestas, a compartir con otros ideas y experiencias, a plantear iniciativas novedosas que fueron abriendo caminos en aquellos años de «La Transición» en los que había tanto por hacer en el campo de la educación y la cultura.

Durante los años que duró mi primera estancia en la universidad, las experiencias y los conocimientos transmitidos por ciertos profesores y la amistad surgida con muchos compañeros de carrera hicieron despertar mi interés por la educación, por las llamadas “nuevas pedagogías” y por las experiencias innovadoras que iban surgiendo a través de los Movimientos de Renovación Pedagógica y las Escuelas de Verano.

El primer año de trabajo, en una escuela con dos unidades en Peñalén, un pequeño pueblo del Alto Tajo, fue todo un baño de realidad. Fue el descubrimiento del contacto íntimo y cercano con los niños y niñas del pueblo y también con una naturaleza salvaje, hermosa, llena de rincones con encanto. Y todo ello mano a mano con la persona con la que sigo conviviendo desde entonces. Fue muy especial.

Pero la vuelta a Guadalajara para trabajar en el Colegio Público de Práctica, anejo a la Escuela de Magisterio, fue lo que marcó de verdad mi trayectoria profesional. La amistad con otros profesionales magníficos (Fernando A. Yela, Enrique Merino, Vicente Aldeanueva), con algunas bibliotecarias (Blanca Calvo, Eva Ortiz) y la experiencia con los niños y profesores de aquella escuela durante tres años me apasionaron de verdad.

De ahí surgiría la creación del Seminario de Literatura Infantil y Juvenil de Guadalajara, el diseño y la celebración de nueve encuentros nacionales de animadores del libro infantil y juvenil, la creación y publicación de una revista profesional, constantes iniciativas para hacer de la escuela un mundo de atractivas vivencias de aprendizaje, los cursos y conferencias impartidos aquí y allá, la presentación de múltiples proyectos de innovación e investigación, etc. (Véase: Mi vida en el Seminario de LIJ de Guadalajara)

Después me especialicé en Pedagogía Terapéutica y empecé la experiencia con alumnos particularmente necesitados, bien por sus carencias personales, bien por crecer en un ambiente poco propicio para el aprendizaje.

Más tarde vendría la especialización en Educación Musical con la que descubrí la magia de la Música en la escuela. Una expresión artística y un aprendizaje básicos a la hora de diseñar una formación de calidad e integradora para los niños y jóvenes. Una especialidad que despertó también grandes pasiones en mi trabajo y fuera de él, pero que con el tiempo las administraciones dejaron reducida a un ámbito meramente testimonial. Pero sirvió para dar a mi trabajo en otras asignaturas o en otras tareas docentes un aire distinto, a veces, incluso, sorprendente.

También hubo un tiempo, que aún no ha terminado, dedicado particularmente a la lucha por la creación y desarrollo de las bibliotecas escolares en nuestro país. Con la presentación de distintos manifiestos, de iniciativas en la prensa general y la especializada, los contactos y encuentros con otras muchas personas dispuestas a trabajar en la misma línea o la presentación de propuestas legislativas ante las distintas administraciones.

Incluso ha habido proyectos encaminados a crear redes de bibliotecas escolares o centros de coordinación para potenciarlas como se viene haciendo desde hace décadas en países de nuestro entorno.

Y todo ello por la pasión de ver los rostros de los pequeños cuando aprenden algo nuevo, cuando disfrutan de una lectura interesante o cuando escuchan un cuento con emoción. Por la pasión de crear y dinamizar una nueva biblioteca en un colegio. Por la gratitud de unos padres que reconocen lo a gusto que está su hijo haciendo actividades en la biblioteca.

Mi vida en el Seminario de LIJ de Guadalajara
La lucha por las bibliotecas escolares
Aportaciones a la renovación pedagógica

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