REFERENCIA BIBLIOGRÁFICA: CAMACHO ESPINOSA, José Antonio. Lectura y bibliotecas escolares: experiencias. Presentación. En: Cuadernos de pedagogía, 2005. N.352, págs. 80-82. Disponible en: https://www.joseantoniocamacho.info/publicaciones/articulos/

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El habla, la capacidad para comunicarnos con nuestros semejantes a través del lenguaje articulado, es lo que nos diferencia del resto de las especies animales y lo que hizo que, a partir de un momento determinado, la especie humana iniciase su particular “evolución tecnológica y cultural”. Hace algunos miles de años, al lenguaje hablado se le unió la posibilidad de representar los hechos, ideas o sentimientos a través de lenguaje escrito. Desde entonces, los pueblos, las comunidades que han contado con este instrumento han tenido muy claro que el bienestar y el progreso, tanto de sus miembros a título individual como del conjunto de la sociedad, dependía en buena medida del aprendizaje y desarrollo de la lecto-escritura.

También lo entienden así las organizaciones internacionales encargadas de la educación, que han puesto el énfasis desde hace años –y cada vez con más insistencia- en la necesidad de que los gobiernos hagan el máximo esfuerzo para que sus ciudadanos cuenten con las mejores condiciones para adquirir estas estrategias y para contar con los medios que les garanticen un derecho fundamental como es el acceso a la información y la cultura.

El Manifiesto de la UNESCO sobre la Biblioteca Pública de 1994 dice en su introducción: “La libertad, la prosperidad y el desarrollo de la sociedad y de los individuos son valores humanos fundamentales. Estos sólo podrán alcanzarse mediante la capacidad de ciudadanos bien informados para ejercer sus derechos democráticos y desempeñar un papel activo en la sociedad.” Y, entre las misiones encomendadas a estas bibliotecas, la número uno indica: “Crear y consolidar los hábitos de lectura en los niños desde los primeros años.”

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